jueves, 12 de marzo de 2009

VENUS



......Aun se me ponen los pelos de punta cuando la miro. Es como si hubiese sido ayer. Había oído hablar de ella muchas veces, todo el mundo la conocía. Entré en aquella sala sin haberme recuperado todavía de mi cita con David. Cuando aquellos ojos se encontraron con los míos una descarga de electricidad recorrió mi cuerpo. Ya no había nadie más en la habitación. Solas, las dos. Nunca olvidaré aquel momento, fue entonces cuando la palabra belleza tuvo significado.

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......Dos años más tarde, vuelvo a ver aquel rostro, y me recuerda a la descripción que Fernando de Rojas hace de Melibea:


“Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para convertir los hombres en piedra… Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios colorados y gordezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre cuando las mira!”


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