jueves, 21 de abril de 2011

Little Girl


-----No tenía bastante con mi yo "adulto", y ahora me entero de que tengo que hacerme cargo de una "niña pequeña". Es decir, mi yo de hace unos cuantos años. ¿El por qué? Muy simple. Hubo un momento en mi infancia (no se sabe cuál exactamente) en el que empecé a desarrollar una coraza prácticamente infranqueable hoy en día. Pero lo mejor de todo es la razón de semejante método de defensa. Parece ser que era la forma que elegí de protegerme. ¡¿Protegerme de qué?! Protegerme de una falta de amor y cariño que se fue haciendo más y más dolorosa cada día.
-----Durante estos años, dicha coraza ha ido evolucionando hasta convertirse en un muro de acero duro y frío. Es como estar recluida en una cámara acorazada. No. Peor aún, es como estar prisionera en las lúgubres galerías subterráneas de algún castillo abandonado. Lo peor de todo es que el carcelero soy yo. Pues yo creé mi fortaleza y sólo yo puedo derribarla. Fue la Leeloo niña la que no pudo afrontar la situación. ¡¿Pero cómo iba a poder, si era una NIÑA?! Se hizo mayor sin darse cuenta de su situación de cautiva, escudándose en una fuerza que no tenía. Una fuerza "aparente", que le comía por dentro y le devoraba lentamente.
-----El resultado de tanto ataque y tanta defensa envolvieron su corazón convirtiéndolo en fría piedra. Nadie la podía tocar. No lo iba a permitir. No podía permitirse el lujo de mostrar su debilidad. ¿Y si alguien conseguía penetrar en aquél círculo? No. Ella nunca abrió sus puertas... ¿Nunca? ¡Ojalá! Pero pasó. La Leeloo adolescente abrió sus puertas varias veces. No muchas. Pero lo hizo. Sin embargo, no estaba preparada. No se puede abrir las puertas así como así, de repente. No funcionó.
-----Una vez llegada la edad adulta, alguien del pasado volvió con la intención de conquistar aquella fortaleza. Si no era por la buenas, lo haría por las malas. La Leeloo adulta (o sea ser, yo) desconfió pero ya no tenía fuerzas para resistir, así que me abandoné al asedio. Durante los primeros días, descubrí que era incapaz de sentir nada en absoluto, mi piel recibía las caricias pero éstas no provocaban reacción alguna. Era como flotar en un sueño. Como estar observando desde fuera. Pero lo peor vino después, cuando creí que podía ir más allá. Las puertas se cerraron de golpe dejando claro que no podía salir... por el momento.
-----Entonces, ¿cuál es la solución?-grité. Es sencillo y costoso a la vez. La que está encerrada es la niña, la pequeña criatura indefensa. Ahora tengo que cuidarla, ayudarle a hacerse fuerte y a enfrentarse a sus miedos. Sólo así conseguirá ser una niña sana y convertirse en una adulta segura de sí misma.
-----